[Juego Relatos] Frase nº 2

"Desde hace 10 días vago por un desierto de bares buscando la última cerveza..."



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squizo3m escribió:"Desde hace 10 días vago por un desierto de bares buscando la última cerveza..."

...en la que ahogar el último recuerdo que tengo de ti, tus besos, tus labios recorriendo mi cuello. La última cerveza...dulce nectar creado por el hombre, nectar que poco a poco invade y embota mis sentidos...

Mares de neones, musica, gente sin rumbo, en busca de la última cerveza... ¿Cual sera mi destino?¿Donde dejare caer aquellos sueños perdidos?¿Donde ahogare las penas del corazon?

Una llamada perdida... un número conocido... una imagen grabada a fuego en mi memoria... me hierve la sangre... Con dos lagrimas en los ojos, pulso firme, cegado por el dulce llanto que alimenta mis penas, marco el numero...un tono...dos... alguien descuelga el telefono...

"Si, ¿Digame?"

Con voz temblorosa, finalmente acierta a salir la voz de mi boca

"No cuelgues, tengo algo que decirte"

Oigo un suspiro, un par de sollozos ahogados por un pañuelo de seda

"Siento todo lo que hice, me comporte como un idiota, y con el último suspiro de mi vida quiero decirte... te quiero"

Se corta la comunicación...

Un par de dias después, la policía halla el cuerpo de un joven en un descampado, apartado de la ciudad, justo al lado del último bar de la zona. Se realiza una inspeccion del cuerpo y se analizan las causas de la muerte, siendo el informe policial el siguiente:
Reporte policial Nº XXXXX escribió:El cuerpo encontrado presentaba un disparo en la sien, que le provoco la muerte instantanea. La victima era un joven de un rango de edad entre los 20-25 años, estudiante, vivia solo. Entre sus objetos personales encontramos:
- Cartera con DNI, tarjetas de credito, algo de dinero suelto y varios recibos de diversos bares de un rango entre 7-10 dias de antiguedad.
- Llaves de un coche (modelo aun por identificar)
- Llaves de casa
- Un móvil, cuando recogimos el cuerpo tenia un mensaje de texto del numero XXXXXXXXX cuyo texto era el siguiente:
Yo tb siento haberme comportado asi, comprendo xk hiciste aquello, no quiero que me dejes nunca, quiero estar a tu lado siempre, te necesito conmigo. Te amo

Ademas de diversas llamadas perdidas de ese mismo número
- Una carta, que tomamos como prueba de la posible causa de la muerte : Suicidio
Con esta carta me despido de todos aquellos que me importan, pedirles que me perdonen por esta accion cobarde que estoy apunto de cometer.
Mi fragil mente no me ha permitido seguir con este cargo de conciencia, asi que, pondre fin a la cruel vida que me fue otorgada.
A mi persona especial siempre decirle que la quiero, que la amare siempre y que espero que algun dia me perdone por las malas acciones que he cometido.

Hasta nunca


Meses después, tras la investigación policial pertinente, se destapan los hechos, siendo el informe policial el siguiente
Informe policial nº XXXXXX escribió: Declaramos que la victima, de nombre XXXXXXXXXXXX, murió por un suicidio. Este suicidio fue provocado por una pelea que tubo con una relación sentimental que mantenía hasta 10 dias antes de los hechos acaecidos. Llamando a declarar a la pareja sentimental de la victima, que declaro al juez que pasaron una epoca dificil, en la que reinaba la desconfianza en la pareja, debido a reiteradas acusaciones de la testigo en cuestion acerca de relaciones extramaritales con una compañera de facultad. Sintiendose derrumbado el chico por unas acciones de tal indole cometidas, sintiendose tan mal por su acciones, cometio el acto de suicidio


Fin
death77 está baneado por "se acabaron las segundas oportunidades"
Desde hace diez días vago por un desierto de bares buscando la última cerveza...
...

Pero sólo te encuentro a ti. Tu cara en las botellas de todo licor en el que intento ahogar mis penas. Tu tez en aquellos sitios en los que antes sólo veía sonrisas, dinero bien gastado, felicidad, besos y abrazos. No sirve para nada intentar ahogarte, eres más fuerte que cualquier cosa que a otra persona le envenenaría el alma y embriagaría.

Tú, tú, tú.

Tuya y sólo tuya es la culpa de que no piense en otra cosa. Tuya y sólo tuya que me sienta perdido en un desierto invernal lleno de pájaros grises y me consuma entre calores pretéritos provocados por el sentimiento implícito de amor que me denotaban tus besos.
Culpa tuya es, de tu persona, tú y sólo tú eres la culpable.
Soñé con bañarme en el jacuzzi de la fe, y acabé tan seco...

Que casi muero de sed.
Desde hace diez días vago por un desierto de bares buscando la última cerveza...

Pero cada vez que intento que la última gota de esta bebida infernal recorra mi esófago, no lo hace, nunca termina. Este momento no tiene final. Se suele decir que los buenos momentos pasan tan rápido que uno tiene la sensación de que jamás han sucedido, lo que nos deja en un estado de inquietud e inseguridad sobre nuestra dramatis persona. Son estos momentos los que nos hacen reflexionar, delante de la barra del bar, contemplando un amasijo de circuitos que lo único que hacen es mostrar la cruda realidad del mundo en el que hemos sido obligados a vivir.

Pensando en ese alguien especial, con el que que poder compartir el resto de nuestra efímera existencia. Siempre he dicho que hay dos tipos de personas en este mundo, las que olvidas, y las que no. Estas últimas nos habrían marcado fuertemente en nuestra vida, ya sea para bien o para mal, pero que al fin y al cabo nos habrían hecho evolucionar en una mejor persona.

Sigo anclado en el taburete, medio alcoholizado, cuando el camarero me ruega que abandone el bar. Son las tres de la mañana y me dirijo a casa. De camino a ese hogar, testigo de nuestros buenos y malos momentos, me parece ver una sombra. Una tan bella que dejaría a la dama noche en ridículo, aún a pesar de no contar con tanta luz. La persigo fervientemente, pero cuando parece que voy a alcanzarla con la punta de los dedos, desaparece, junto con mis ilusiones. Maldigo mi suerte, y vuelvo a dirigirme a casa, con lágrimas recorriendo mi cara y dando bandazos.

Abro la puerta, me tiro en el sofá, deseando que mañana no llegue, que el sol jamás vuelva a aparecer por el este...
Desde hace diez días vago por un desierto de bares buscando la última cerveza... Me ahogo en los mismos gestos, en los gestos de todos esos que parecen yo sin serlo pero compartiendo lo más inevitable de ser: nada. Soy nada, soy nada ahora y era nada antes, un cúmulo de sueños y porvenir, un aguilucho comenzando a desarrollar la vista para acostumbrarla a las alturas, ya ves.

Y ahora... Ahora camino errante buscando mi camino, la senda final con la que enderezar el curso de mi vida y sentir que no pierdo el tiempo, que no soy un aficionado o un quiero y no puedo. Pero debe estar en algún sitio. En algún sitio la estrella sonriente que se muestre y diga mírame, estoy aquí, siempre he estado aquí esperándote, a que abrieras los ojos para despertar de esa angustiosa pesadilla. De la de perder el tiempo, la de sentirse nadie, humo entre el cierzo.

Así que busco, busco hasta desfondarme. En cualquier bar, en todos los rincones y en ningún lugar. Porque las estrellas no mienten, porque la fe no engaña, así que por esa regla de tres, esa desesperada y profundamente arraigada verdad que me susurro al oído a cada instante, habré de encontrar mi tiempo y espacio. La especie de lo que soy, lo especial de descubrirlo.

Sí, debe ser que sí porque si no no sé qué estoy haciendo en estos días, en estos años desde que tengo motivos para ejercer uso de sinrazón, adónde iría con semejante saco de equivocaciones, con tal remolque de fallos y ridículos. Tiene que ser así, en un cielo cuando menos me lo espere, a la vuelta de la esquina de siempre, al lado de casa, donde por fin me dé por satisfecho y se acabe la sed.

Suele ser donde más cerca donde menos se busca pero donde sobra para encontrar. Respuestas, respuestas a preguntas que nos angustian; que me duelen, que me hacen ruin y envidioso a mis propios ojos. Es dura la lucha para evitar que los demonios te lleven.

Acabo siempre agotado. Jadeante... A veces pienso que estoy condenado, irremediablemente, a concebir un desierto en mi boca, cuestionándome si al hablar expulso solo polvo, si en mis entrañas solo hay secano, roca y yermo; si al escribir nada más sino quebranto, cicatrices en el suelo, tierra herida melancólica de algún tiempo feliz.
Desde hace diez días vago por un desierto de bares buscando la última cerveza... En cada uno de mis pasos hacia la tierra prometida me acuerdo de aquellas tardes en la taberna con Eli, Evan y Joe. Casi la mitad de los locales han cerrado sus puertas desde que se aprobó la ley Keltolaki. Las calles apestan a juventud y delincuencia. “Prohibida la venta, exportación e importación, transporte y elaboración”. Maldigo a aquellos puritanos que se creen con la capacidad moral suficiente para dictar normas tan estúpidas como ésta. Me choco con un chico con gorra y cadena, y me grita un “mira por donde pisas, gilipollas” y entiendo que el problema es la falta de control de gentuza como ésta.

Recorro decenas de calles sin nombre con la vista buscando mi burbujeante refugio de color dorado, pero sólo veo desorden, suciedad y caos. Papeleras rotas, contenedores quemados, pintadas, cristales rotos, puertas forzadas, puertas cerradas, sangre y una papelera con restos de comida. Miércoles por la tarde. Apesta. Todo esto apesta. Y sobretodo yo apesto a sudor.

Eli está a punto de perder el bar y en casa las cosas también van mal. Le dije a Evey que salía a dar una vuelta, pero no he vuelto. Ni pienso hacerlo. Estar ahí dentro sólo me asfixia. Ella no entiende que es una jaula para mí, que necesito salir y beber. Y tomar cacahuetes caducados. Y hablar de películas malas. Y comentar las noticias de cualquier periódico gratuito. Y ver cómo Eli se enfada cuando no le dan el dinero en la mano. Y gritarle a Evan cada tarde que levante su culo de mi silla. Y que Joe asienta con la cabeza, analizándonos y juzgándonos en silencio, o mejor dicho juzgando a las clientes y a sus encantos femeninos.

Un tipo se me acerca. “Eh, ¿te apetece un trago?”

En voz baja.
Desde hace diez días vago por un desierto de bares buscando la última cerveza. Se supone que ya no existe, que es un mito, pero no soy el único nostálgico que deambula de antro en antro en busca de ese último trago. Desde que los kulags nos invadieron los pocos vicios que teníamos han sido sustituídos por bazofias casi sin darnos cuenta, y con nuestras propias reglas. No hubo guerras, invasiones ni tiranías. Cuando el primer kulag se hizo famoso en nuestro miserable planeta e hizo el efecto llamada, todos los terrícolas fueron adoptando sus costumbres, abrazando su tecnología. Nuestros políticos encontraron un deux ex machina en los alienígenas, salvando su culo y convirtiéndonos en una -próspera según ellos- provincia kulagiana, exportando materias primas e importando tecnología, avances médicos y toda esa mandanga.

Veo la televisión y me da más ganas aún de vomitar que antes, no queda nada de nuestras raíces, y lo peor de todo es que parece que sólo los borrachos, los marginados, los locos nos hayamos dado cuenta. Así que cada noche salgo a la calle, andando, porque ya no existen los coches ni los vehículos de combustión interna, y los VIO no son para mí, y me uno a la caterva de gentuza que entra y sale de los bares, con las orejas gachas y la barba sin afeitar, la mirada perdida, y la frase del barman resonando en el cogote "¿cerveza, quién quiere cerveza teniendo grimedo?". Vuelvo a casa, ahora vivo solo, mi mujer me abandonó, no puedo enchufar la tv ni conectarme a internet, todo está controlado por ellos. Sólo me queda mi fantástica biblioteca.

Pero es una satisfacción miserable, todos los marginados como yo lo sabemos. En cuanto muramos los de mi generación la literatura morirá con nosotros, hace años que no se imprimen más libros, las bibliotecas fueron destruídas y las particulares como la mía serán sepultadas con los dueños, defenestrados como yo. A veces pienso por qué sigo adelante... si al menos tuviera una maldita cerveza... Creo que hoy es un buen día para quitarme de enmedio, acabar ya este chiste baldío. Un momento, ahí está Pan, de Knut Hamsum, desde mi juventud que no lo leía. Esta noche lo releeré y mañana, sin falta.... buscaré mi cerveza.


Saludos
Desde hace 10 días vago por un desierto de bares buscando la última cerveza. Pero siempre es la penúltima. Siempre. Me siento, me digo que con esta se acabó. Pero miro a mi alrededor y veo a gente divirtiéndose. Veo parejas. Veo grupos de amigos... veo, miro, y bebo. No tengo más que hacer. No tengo nadie más.

Siento el roce del vidrio contra mis labios. Siento su textura deslizarse por mi garganta. El suave mareo ya perenne en mi cabeza. Bebo pero no consigo olvidar. Y esa canción que siempre me encuentra no hace sino echar sal sobre la herida, una sal que me hace continuar sediento. Y levanto la mano temblorosa para pedir una más. Y me digo que esta será la última cerveza. Pero veo que fuera del bar la luz me anuncia ya que el undécimo día está comenzando, que habrá más cervezas y menos olvido. Que seguiré vagando. Que su recuerdo aún me persigue... y en el reflejo del espejo tras barra, veo mi cara sucia, mi barba, mis ojos gastados que día a día se van apagando.

Una mueca absurda me dice que, en realidad, no bebo para olvidarla sino para no dejar de recordarla.

Y ahora ya desde hace 11 días vago por un desierto de bares buscando la última cerveza... un nuevo bar y sonará, tarde o temprano, la canción que me habla de mi vida (si es que puedo llamarla así ahora).

Sueña con su melena
y viene el viento y se la lleva,
y desde entonces su cabeza
sólo quiere alzar el vuelo,
y bebe rubia la cerveza
pa' acordarse de su pelo.

Sueña que sueña la estrella
siempre en estado de espera;
vuelve a coger la botella
y pasa las noches en vela,

...siempre en estado de espera.
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