El Hilo de Hermann Hesse

He reunido todo lo que he podido acerca de su vida y lo he conectado como mejor me ha parecido, quien encuentre fallo u omisión de información ruego lo haga notar. Espero también que todos los que sentimos pasión por este autor podamos tener aquí un pequeño lugar de charla :). Me gustaría también que fuera este un hilo de referencia para todas las obras de Hesse (asín soy de ambicioso, que pacha cawento), por lo que si surge gente interesada, podríamos también trabajar hilos con sus libros por separado, pero eso ya irá surgiendo por sí solo. Nada más, gracias por su atención, y disfruten de la película.

Edit: Me he cazado el libro Obstinación, que es una recopilación de escritos autobiográficos de Hesse. Conforme lo vaya leyendo, iré añadiendo aquí lo que me parezca de especial interés.


He añadido al final una sección para analizar las diferentes obras por separado. De momento he puesto El Lobo Estepario. Mi idea original era hacer esto en hilos diferentes para mantener una organización más clara y poder hablar de cada libro por separado sin mezclar churras con merinas, pero como desconozco cuál es el interés general hacia la obra de Hesse de momento me abstengo, irán añadiéndose aquí. Saludos!

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HERMANN HESSE

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Hermann Karl Hesse, 2 de julio de 1877-9 de agosto de 1962, fue un escritor, poeta, novelista y pintor suizo de origen alemán.

Recibió el premio Nobel de literatura en 1946, como reconocimiento a su trayectoria literaria.


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Nacimiento


Hesse nace en Calw, al norte de Selva Negra, en Alemania, el 2 de julio de 1877, fruto del matrimonio entre el pastor protestante Verlasgverein Johannes Hesse y Maria Gundert, una pareja de misioneros pietistas; protestantes que practican y aconsejan el ascetismo más riguroso, una teología dogmática y moral que se refiere al ejercicio de las virtudes.

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Calw


Su madre escribe en su diario:

"El lunes 2 de julio de 1877, tras un día difícil, nos obsequia Dios con su gracia, a las seis y media de la tarde: el hijo ardientemente deseado, nuestro Hermann, un niño grande, pesado, hermoso, hambriento, que gira los ojos hacia la luz. Es un tipo ejemplar de niño sano y robusto."

Marcada por una fuerte religiosidad, su educación está dividida entre Alemania y Suiza.

Acerca de su nacimiento, fragmento de Biografía sucinta (H. Hesse, 1925)

Mi nacimiento se produjo a primera hora de la tarde un cálido día de julio, y la temperatura de aquella hora es la que, inconscientemente, he amado y buscado durante toda mi vida, y la he añorado dolorosamente cuando me faltó. Nunca pude vivir en países fríos, y todos los viajes voluntarios de mi vida se dirigieron al sur. Fui hijo de padres religiosos, a quienes amé con ternura y a los que habría amado más tiernamente si no se me hubiera enseñado el cuarto mandamiento a edad temprana. Pero, lamentablemente, los mandamientos siempre han ejercido en mí un efecto fatal, por muy justos y bien intencionados que fueran – yo, que por naturaleza soy un cordero y tan dócil como una burbuja de jabón, siempre he sido reacio a los mandamientos de todo tipo, sobre todo durante mi juventud. Bastaba con que oyese el “debes hacer” para que en mí todo se revolviese y me volviera porfiado. Es fácil imaginar que esta peculiaridad tuvo una gran influencia negativa en mis años escolares.


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Calw y Basilea

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Hesse a los tres años de edad


Sus tres primeros años los pasa en Calw; luego su padre es enviado como predicador a Basilea donde el pequeño Hermann empezaría el colegio. Los breves años que pasó en Basilea quedaron profundamente marcados en su memoria: "Mi patria era Suabia y Basilea junto al Rin", escribió más tarde Hesse. Pero también fue una fase de serios conflictos con la autoridad paterna.

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Basilea


"El joven tiene una vida, una fortaleza de gigante, una poderosa voluntad y realmente también un modo de razonamiento asombroso para sus cuatro años. A saber dónde llegará."

Estas palabras son anotadas por su madre el 27 de marzo de 1882 en su diario, donde habla de sus apasionados impulsos. Pero, por otra parte, en una carta del padre, fechada el 14 de noviembre de 1883, leemos:

"Hermann, que en la escuela es tenido por dechado de virtudes, a veces resulta insoportable. Por humillante que fuese para nosotros, a veces pienso seriamente si no tendríamos que internarlo en alguna institución o ponerlo en manos ajenas. Somos demasiado nerviosos, demasiado débiles para él, y el hogar, en conjunto, insuficientemente disciplinado y regulado."

Después de vivir en la ciudad suiza de Basilea, en 1886 la familia regresa a Calw, donde Hermann, con nueve años, ingresa en la escuela de latín, el Calwer Reallyzeum, con el propósito de prepararse para estudiar teología evangélica. El mundo en el que crece Hermann Hesse respira estrechez y amplitud al mismo tiempo. En 1890 es llevado al liceo de Göppingen para preparar el examen de Estado. Durante estos cuatro años, a pesar de vivir una etapa desgraciada en el colegio, la pequeña ciudad de Calw, que Hesse declara "la ciudad más hermosa entre Bremen y Nápoles, entre Viena y Singapur", se convierte para él en concepto de patria chica. La infancia y la juventud en Calw se reflejan en muchos de sus poemas y trabajos en prosa. "Cuando yo, como poeta, hablo del bosque o del río, de la pradera, de la sombra del castaño y de la fragancia del abeto, se trata del bosque que hay alrededor de Calw, es el río Nagold de Calw, son los bosques de abetos o los castaños de Calw a los que aludo, y también es la plaza del mercado, el puente y la ermita, las calles Bischofstrasse y Ledergasse, Brühl y Hirsauer Weisenweg...", escribe Hermann Hesse sobre su ciudad natal de Suabia, para la que en sus relatos utiliza el seudónimo de Gerbersau.

Acerca de sus primeros años de escuela, fragmento de Biografía sucinta (H. Hesse, 1925)

Cierto que nuestros maestros, en aquella divertida asignatura que llamaban Historia Universal, nos enseñaban que el mundo siempre había sido gobernado, dirigido y cambiado por ese tipo de personas que imponían su propia ley y que rompían con las leyes tradicionales, y nos decían que esas personas eran honorables. Pero eso era tan mentira como todo el resto de la enseñanza, pues cuando uno de nosotros, con buena o con mala intención, mostraba alguna vez valentía y protestaba contra cualquier mandamiento, o siquiera contra una costumbre estúpida o una moda, ni era honrado ni se nos recomendaba como modelo, sino que era castigado, humillado y oprimido por la cobarde prepotencia de los maestros.

Por suerte, lo importante y más valioso para la vida ya lo había aprendido antes de empezar los años de escuela: mis sentidos eran despiertos, finos y aguzados, me podía fiar de ellos y obtener mucho disfrute, y cuando más tarde caí irremisiblemente ante la seducción de la metafísica, e incluso llegué a lacerar y despreciar mis sentidos, la atmósfera de una sensibilidad delicadamente desarrollada, concretamente por lo que se refiere a la vista y al oído, siempre me fue fiel, y en el mundo de mi pensamiento, incluso donde parece ser abstracta, interviene de forma viva. Por lo tanto disponía yo de unas ciertas defensas para la vida que, como ya he dicho, adquirí mucho antes de que empezasen los años de colegio. Conocía bien nuestra ciudad paterna, las granjas de gallinas y los bosques, las huertas y los talleres de los artesanos, conocía los árboles, los pájaros y las mariposas, sabía cantar canciones y silbarlas entre dientes, y muchas otras cosas que tienen valor para la vida. A esto se añadieron entonces las ciencias escolares, que me resultaban fáciles y me divertían, encontrando un auténtico placer en el latín, y empecé casi igual de pronto a hacer versos tanto en latín como en alemán. El arte de la mentira y de la diplomacia se lo debo al segundo año de colegio, donde un preceptor y un colaborador me dotaron de estas facultades después de que previamente, con mi candor y confianza infantiles, hiciera caer sobre mí una desgracia detrás de otra. Estos dos educadores me ilustraron con éxito sobre el hecho de que la honestidad y el amor a la verdad eran cualidades que ellos no buscaban en los alumnos. Me acusaron de una fechoría, por cierto bastante intrascendente, que se había cometido en clase y de la que yo era completamente inocente, pero como no pudieron obligarme a confesar su autoría, convirtieron esa
pequeñez en un proceso de Estado y ambos, con torturas y palos, fueron incapaces de sacarme la confesión que deseaban, pero sí extrajeron de mí toda fe en la honestidad de la casta de maestros. Gracias a Dios, con el tiempo, también llegué a conocer maestros rectos y dignos de respeto, pero el daño ya estaba hecho y quedó falseada y amargada no sólo mi relación con los maestros de escuela, sino también con todo tipo de autoridad. En general, durante los siete u ocho primeros años de colegio fui un buen alumno, al menos siempre estaba sentado entre los primeros de mi clase. Pero al comenzar aquellas luchas de las que no escapa nadie que quiera ser una personalidad, entré cada vez más en conflicto con la escuela. Esas luchas sólo las comprendí dos décadas después, pero entonces estaban allí y me rodeaban, en contra de mi voluntad, como una terrible desgracia.

La cuestión era la siguiente: desde que cumplí los trece años estaba claro para mí que quería ser poeta o nada. Pero con la claridad de esta idea llegó paulatinamente otra certeza, penosa. Uno podía llegar a ser maestro, cura, médico, artesano, comerciante o empleado de correos, también músico, incluso pintor o arquitecto, y para todas las profesiones del mundo había un camino, había condiciones previas, había una escuela, una enseñanza para el principiante. ¡Pero no existía para el poeta! Estaba permitido serlo e incluso se consideraba un honor ser poeta: es decir, tener éxito y fama como poeta, pero lamentablemente esto solía suceder cuando uno ya estaba muerto. Sin embargo, convertirse en poeta era imposible, querer serlo era una ridiculez y una vergüenza, como pude averiguar muy pronto. Rápidamente había aprendido lo que se podía aprender de la situación: poeta sólo se podía ser, pero no estaba permitido llegar a serlo. Además, interesarse por la poesía y por un talento poético propio le hacía a uno sospechoso ante los maestros, y por ello desconfiaban de uno o le despreciaban, con frecuencia incluso le ofendían a uno mortalmente. Con los poetas pasaba exactamente lo mismo que con los héroes y con todas las figuras y los afanes intensos o hermosos, orgullosos y no cotidianos: en el pasado fueron maravillosos, todos los libros de texto estaban llenos de alabanzas hacia ellos, pero en el presente y en la realidad se los odiaba y, probablemente, los maestros habían sido contratados y formados para impedir en lo posible el surgimiento de personas famosas y libres y la realización de gestas grandes y magníficas.


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La Primera Crisis


En otoño de 1891 Hesse es llevado a estudiar al seminario de Maulbronn. La enseñanza es dura, el tiempo de ocio escaso; pero al principio el muchacho de catorce años, a pesar de todo, se encuentra muy a gusto en Maulbronn, pues se ha adaptado bien y con mucha rapidez. Con entusiasmo se dedica al estudio de los clásicos. Traduce a Homero, lee la prosa de Schiller y las odas de Klopstock. "Estoy contento, alegre y satisfecho. Hay un ambiente que me va mucho", escribe en una carta fechada el 24 de febrero de 1892.

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Maulbronn


Pero unos pocos días después, el 7 de marzo, Hermann Hesse se escapa sin ningún motivo aparente. Tras pasar una noche mortalmente fría en campo abierto, es detenido por un gendarme, regresa al seminario y recibe el castigo de ocho horas de arresto. Durante las semanas siguientes se manifiesta en él un estado de ánimo depresivo, sus amigos se alejan de él, Hermann se queda solo y sufre bajo el aislamiento. En una carta del 20 de marzo, escribe este párrafo: "Estoy tan fatigado, tan sin fuerzas y abúlico... No estoy enfermo, lo que pasa es que me siento atado por una debilidad desacostumbrada y extraña..., mis pies están siempre helados mientras que la cabeza me arde por dentro."

Carta del profesor W. Paulus al padre de Hesse del 11 de marzo de 1892, con motivo de la fuga de Maulbronn:

Muy Sr. mío:

Ayer se deliberó en la Junta de Profesores sobre el castigo a imponer a su hijo Hermann y tengo el deber de informar a usted sobre la resolución adoptada. Estuvimos de acuerdo en no considerar la falta de Hermann como una fuga premeditada y consciente, ni como una expresión de malicia o rebeldía y también estuvimos de acuerdo en que la enorme excitación y alteración con que había actuado debían considerarse como atenuantes. Se fijó por lo tanto un castigo de prisión escolar de 8 horas, que Hermann cumplirá desde por la mañana a las 12,30 hasta las 8,30.

La Junta estuvo de acuerdo además en opinar que la permanencia de Hermann en el Seminario no es deseable por dos razones. Primeramente en su propio interés. Durante la investigación de su delito se ha puesto de manifiesto que le falta en un alto grado la capacidad de autocontrol y de mantener su espíritu y sus sentimientos en los límites necesarios para su edad y para su edicación fructífera en un Seminario. Por lo tanto estamos convencidos de que para él sería mucho más provechoso matricularse en un Instituto, especialmente si al mismo tiempo se le alojara en una familia, donde estaría bajo una disciplina y un control constantes y encontraría en la vida familiar un estímulo emocional. En segundo lugar, creemos que su estancia en el Seminario puede convertirse en un peligro para sus compañeros. Hermann está demasiado lleno de ideas exaltadas y sentimientos exagerados, a los que tiende a entregarse en exceso. Si los comunica a sus compañeros puede suceder, como hasta ahora, que no encuentre comprensión y, en consecuencia, se sienta, según sus propias declaraciones, aislado e incomprendido, o que con el tiempo arrastre, como es de temer, a otros hacia su anormal y morboso mundo de ideas y sentimientos. (...)

Estoy convencido de que Hermann observará, al menos en el tiempo próximo, un comportamiento correcto. Pero el hecho de que su excitada fantasía desborda con facilidad su voluntad, comporta siempre un cierto peligro.


Hesse empieza a ensimismarse y aislarse. Pasa las vacaciones de Semana Santa en Calw y se le ve irritable, destemplado y reconcentrado. Vuelve a Maulbronn, pero su estado empeora y tiene que interrumpir los estudios en mayo. Durante esa época se desata la lucha interior en el alma de Hesse, las fuerzas contendientes son: por una parte el deseo de autoafirmación, la defensa del propio yo y la tempranamente vívida tendencia a ser escritor (más adelante, habría de afirmar Hesse lo siguiente: "Desde los trece años, para mí era totalmente claro que yo tenía que ser escritor o nada en absoluto"), y por otra la rígida tradición religiosa de la familia y todas las figuras de autoridad frente a las que se hallaba en postura inadecuada.

Su actitud provoca que sus padres le lleven a Bad Boll al centro de Christoph Blumhardt, un teólogo amigo. En ese hospital privado Hesse lleva a cabo un intento de suicidio, provocado al parecer por un desengaño amoroso con la hija del sacerdote, ante lo cual, al cabo de sólo 14 días, Blumhardt recomienda su traslado a un manicomio, declarando que el pequeño Hesse se encuentra poseído por la "maldad y el satanismo". Por esto, Hesse es ingresado en el centro de salud y cuidados de Stetten, donde permanece cuatro meses. Diagnóstico según la ficha de enfermo: melancolía. Hesse consigue comportarse bien exteriormente, pero por dentro está descontento con su destino y escribe a casa cartas acusadoras. En octubre de 1892, Hesse es dado de alta del centro psiquiátrico de Stetten y sus padres consiguen que ingrese en el liceo de Cannstatt.

Carta de Hermann Hesse a su padre del 14 de septiembre de 1892, desde el hospital de Stetten:

Estimado señor:

Ya que usted se muestra tan a las claras dispuesto a hacer sacrificios, quizá pueda pedirle siete marcos o directamente el revólver. Una vez que usted me ha llevado a la desesperación, supongo que estará dispuesto a librarse rápidamente de él y de mi persona. En realidad ya debería haber sucumbido en junio. Usted escribió: "No te hacemos ningún terrible reproche" porque me quejo de Stetten. Esto también sería bastante incomprensible para mí, pues el derecho a despotricar no se le puede quitar a un pesimista, porque es lo único y lo último que tiene. "Padre" es una palabra extraña, parece que yo no la entiendo. Debe designar a alguien a quien se puede amar y se ama, desde el corazón. ¡Cómo me gustaría tener una persona así! Ya podría usted darme un consejo... Sus relaciones conmigo parecen volverse cada vez más tensas; creo que si fuese pietista y no fuera humano, si convirtiese cada cualidad y tendencia en mí en justo lo contrario, podría estar en armonía con usted. Pero así no puedo ni quiero vivir en absoluto, y si cometo un delito, para mí usted, señor Hesse, tiene la culpa, puesto que me quitó la alegría de vivir. El "querido Hermann" se ha convertido en otro, en alguien que odia el mundo, en un huérfano cuyos "padres" viven. Nunca vuelva a escribir "Querido H.", etc., es una malvada mentira. Hoy el inspector me ha visitado dos veces mientras yo desobedecía sus órdenes. Espero que la catástrofe no se haga esperar mucho. ¡Ay, si hubiese aquí anarquistas! H. Hesse, prisionero en la cárcel de Stetten, donde "no está para ser castigado". Empiezo a pensar sobre quién es el débil mental en este asunto. Por cierto, desearía que ocasionalmente se acercase usted por aquí.


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Hesse junto a sus padres en 1899


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Primeros Oficios


Terminada su educación básica en 1893, sigue año y medio de prácticas en el taller mecánico de Heinrich Perrot, fabricante de relojes de torre en Calw. Entre octubre de 1895 y junio de 1899, Hermann Hesse termina en Tubinga un aprendizaje de tres años como librero, después del cual trabaja durante un año como ayudante. La actividad como librero le proporciona cierta satisfacción, aunque le cansa mucho. La formación de sus superiores le infunde respeto.

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Librería en la que trabajó Hesse


Al margen de la vigilancia paterna, el muchacho comienza a estudiar literatura de forma autodidacta con una asombrosa autodisciplina. Lee a los clásicos, sobre todo a Goethe, en el que descubre su evangelio literario, y después se dedica a los románticos. Pasa muchas horas en la habitación, manteniéndose a distancia del mundo exterior, y la vida alegre estudiantil le parece una pérdida de tiempo. Una excepción es la amistad con el estudiante de derecho Ludwig Finckh (a partir de 1897), que también destacará como escritor y con el que funda un círculo de amigos con el mismo ideario, el Petit Cénacle. Para disgusto de su familia, Hermann Hesse empieza pronto a producir su propia literatura. En noviembre de 1898 edita los Romantischen Lieder ("Poemas románticos"), financiados por él mismo, y sigue el librito de prosa Eine Stunde hinter Mitternacht ("Una hora después de medianoche"). Además consigue publicar algunos poemas en revistas, el primero en 1896 a la edad de 19 años.

Tras su etapa de aprendiz y ayudante en Tubinga, en septiembre de 1899 marcha a Basilea, la ciudad de su infancia aparte de Calw, como ayudante de librero. "No tenía otro deseo más que el de ir a Basilea", escribe Hesse en sus Basler Erinnerungen ("Recuerdos de Basilea"). Primero trabaja en la librería Reich'sche Buchhandlung, y a partir de 1901 en la tienda de antigüedades de Wattenwyl.

En Basilea Hesse encuentra un nuevo entorno de estímulos intelectuales, y consigue establecer un círculo de amistades formado por personas ilustradas y culturalmente activas. Frecuenta la casa del historiador y archivero estatal Rudolf Wackernagel y se dedica a estudiar artes plásticas por su cuenta. La visita al Museo de Arte de Basilea se convierte para él en una costumbre preciada. Hesse también descubre en Basilea su pasión por los viajes y los largos paseos. En la primavera de 1901 viaja durante dos meses por el norte de Italia. En 1902, a la edad de 25 años, escribe Peter Camenzind, una obra de carácter autobiográfico que relata una historia sobre un escritor que, descontento con la sociedad, culmina viviendo como vagabundo. En ella se nos transparenta un Hesse amador de la naturaleza, enemigo de la civilización, huidor del mundo y de sus riesgos y constructor de una "realidad de ensueño". Durante su segundo viaje a Italia, en 1903, le acompaña la fotógrafa basilea Maria Bernoulli. Un año después, ambos se casan y deciden irse a vivir al campo. En Gaienhofen, junto al lago Constanza, encuentran una granja vacía. La joven pareja se traslada allí el 10 de agosto de 1904.

Acerca de sus primeros oficios, fragmento de Biografía sucinta (H. Hesse, 1925)

Durante un tiempo me esforcé en una escuela media por avanzar en mis estudios, pero allí el final también fue la sanción y la expulsión. Después fui aprendiz de comerciante durante tres días, volví a marcharme y durante algunos días y noches desaparecí para gran preocupación de mis padres. Durante medio año fui ayudante de mi padre, durante año y medio estuve de aprendiz en un taller mecánico que además fabricaba relojes de torre.

En resumen, durante más de cuatro años todo lo que se quería hacer conmigo fue irremisiblemente mal, ninguna escuela quería quedarse conmigo, como aprendiz no duraba mucho en ningún sitio. Todo intento de hacer de mí una persona útil terminaba en fracaso, muchas veces con escarnio y escándalo, con la huida o con la expulsión, y sin embargo en todas partes me reconocían buenas dotes e incluso una cierta dosis de buena voluntad. Siempre era pasablemente aplicado, pues la elevada virtud de la holgazanería siempre la he admirado con veneración, pero nunca llegué a ser un maestro de ella. De forma consciente y enérgica comencé mi propia formación a los quince años, cuando había fracasado en la escuela, y tuve la suerte y el placer de que en casa de mi padre estaba la impresionante biblioteca del abuelo, una sala entera llena de viejos libros que, entre otras cosas, contenía toda la poesía y la filosofía alemanas del siglo XVIII. Entre los dieciséis y los veinte años no sólo llené una gran cantidad de papel con mis primeros intentos poéticos, sino que en aquellos años también leí la mitad de la literatura universal y me ocupé de la historia el arte, los idiomas y la filosofía con un ahínco que habría bastado de sobra para un estudio normal.

Después me hice librero para poder finalmente ganarme yo mismo el pan. Al fin y al cabo, con los libros tenía más y mejores relaciones que con el tornillo de banco y las ruedas dentadas de fundición de acero con las que había sufrido como mecánico. Durante los primeros tiempos, nadar entre lo nuevo y lo más reciente de la literatura, ser incluso anegado por ello, fue un placer casi embriagador. Pero al cabo de un tiempo me di cuenta de que, en lo intelectual, una vida en el mero presente, en lo nuevo y en lo más reciente era insoportable y carecía de sentido, que la relación existente con lo que había sucedido, con la historia, con lo antiguo y con lo ancestral era lo único que permitía una vida intelectual. Por eso, una vez agotado el primer placer, fue una necesidad volver a lo antiguo después de la inundación de novedades, y lo hice pasándome de la librería a la tienda de antigüedades. Pero sólo permanecí fiel a la profesión mientras la necesité para ganarme la vida. A la edad de veintiséis años, con motivo de un primer éxito literario, también abandoné esta profesión.


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Gaienhofen


El joven matrimonio se traslada a una sencilla granja en Kapellenberg, en el centro del pueblo. Los años junto al lago Constanza están vinculados a los primeros grandes éxitos de Hesse como escritor independiente: la crítica ensalza Peter Camenzind (1904), y Bajo la Rueda (novela en la que rememora sus años de insurrección educacional, publicada en 1905) se convierte en un éxito de ventas. Hesse se acomoda en el retiro y la naturalidad de la vida rural, desarrolla un "sentido de la vida sedentaria" y es muy productivo como escritor. Junto al lago Constanza surge una serie de relatos; también se crea un nombre como crítico literario y colaborador de varias revistas literarias. Además Hesse se convierte en padre: en 1905 viene al mundo Bruno, su primer hijo.

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Gaienhofen


No obstante, sigue a este "temple de ánimo" un sentimiento de soledad. Su siguiente novela, Gertrude (1910), supone una crisis de creatividad en Hesse. Acabó a duras penas la obra y más tarde la consideró fallida. Entre 1909 y 1911 nacen sus otros dos hijos, Heiner y Martin. Debido al aumento de la familia, el matrimonio se hace construir, con ayuda del suegro de Basilea, una casa propia y confortable en la linde de Gaienhofen. Hesse también empieza a establecerse socialmente. Mantiene estrechos contactos con muchos artistas, músicos y pintores que tras él se han establecido junto al idílico lago Constanza. Entre ellos está Otto Blümel, que ilustra varios libros de Hesse. También Ludwig Finckh, el amigo de Tubinga, que se establece muy cerca como médico. Más tarde, entre otros, siguen los pintores expresionistas Erich Herkel y Otto Dix. Pero Gaienhofen no puede ser un domicilio para siempre. Hesse realiza viajes que él mismo denomina "huidas". En 1911 se va a India.

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El Viaje a La India


El 6 de septiembre del año 1911 Hermann Hesse, en compañía de su amigo el pintor Hans Sturzenegger, sube en Génova al "Prinz Eitel Friedrich" para viajar a India, el país en el que trabajaron su padre y su madre en el servicio de misiones. Pero, en realidad, eso no se convierte en un viaje a India, sino en un viaje a Indonesia: Penang, Singapur, Sumatra, Borneo y Burma. El subcontinente apenas bordea el trayecto del viaje, que duró tres meses: el barco atraca en Ceilán, donde Hesse baja a tierra, visita el santuario budista de Kandy y escala la montaña más alta, pero no consigue realizar el proyecto de ver las costas de Malabar.

El viaje instructivo por el Lejano Oriente se realiza en una época de nueva orientación: en su familia, en Gaienhofen, acababa de nacer Martin, su tercer hijo, pero Hesse se siente cada vez más ajeno y a disgusto, cada vez son más claros los deseos de marcharse y de irse de viaje. Sueña con la vida de soltero. Pero el viaje a India se convierte en una decepción. No encuentra la imagen de la India marcada por los relatos de su abuelo Hermann Gundert. Incluso le asquea la realidad, el calor, la suciedad, el colonialismo de las relaciones sociales y también la esencia devota de los malayos. Sólo los chinos suscitan su respeto.

El viaje se refleja por primera vez en el libro Aus Indien ("De la India"), publicado en 1913. Años después, Hesse reconoce que en Asia Oriental no consiguió encontrarse con India ni vivió ninguna liberación interior: "Desde hace muchos años estoy convencido de que el espíritu europeo está en declive y necesita volver a sus fuentes asiáticas. Durante años he honrado a Buda y he leído literatura india desde mi más temprana juventud. Después me acerqué a Lao Tse y a los demás chinos. El viaje a India fue tan sólo un pequeño complemento e ilustración de estas ideas y estudios." escribiría más tarde en una carta de 1919. Tras su vuelta al hogar, un año después vende la casa de Gaienhofen y la familia se traslada a Berna, en Suiza.

Acerca del viaje a India, fragmento de Recuerdo de Asia (H. Hesse, 1914)

Todo el Oriente respira religión, como el Occidente respira razón y técnica. La vida espiritual del occidental parece primitiva y expuesta a todos los azares, comparada con la religiosidad resguardada, cuidada y confiada del hombre asiático, ya sea budista, mahometano u otra cosa. Esta impresión se impone sobre todas las demás, porque aquí la comparación revela fuerza en el Oriente y carencia y debilidad en el Occidente, y aquí todas las dudas, preocupaciones y esperanzas de nuestra alma se sienten reforzadas y confirmadas. Por doquier reconocemos la superioridad de nuestra civilización y nuestra técnica y vemos a los pueblos religiosos de Oriente gozar de un bien que a nosotros nos falta y que por eso consideramos muy superior a todas nuestras ventajas. Está claro que ninguna importación de Oriente puede resolver el problema, ningún retorno a India o a China, tampoco una huida al cristianismo de la Iglesia en cualquiera de sus fórmulas. También está claro que la salvación y la continuación de la cultura europea sólo es posible reencontrando el arte de vivir espiritual y el patrimonio común espiritual. Y sigue siendo una incógnita que la religión pueda superarse o sustituirse. Nunca he comprendido con tan inexorable claridad como en los pueblos de Asia que la religión o su "Ersatz" es lo que más profundamente nos falta.


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La Segunda Crisis: Primera Guerra Mundial


La familia Hesse se traslada de Gaienhofen a Berna en septiembre de 1912. Pero no va a la ciudad, sino a una casa rural en el tranquilo suburbio de Ostermundingen. Hesse encuentra todo lo que busca: un hermoso paisaje, montañas cercanas y una sociedad estimulante e ilustrada. Pero aumentan los problemas del matrimonio. La esposa Maria tiene trastornos depresivos crecientes y a Hermann Hesse le resulta cada vez más difícil coordinar sus funciones como padre de familia, escritor y crítico contemporáneo.

Tras la declaración de la Primera Guerra Mundial en 1914, Hesse se presenta voluntario en la embajada de Alemania: no concibe estar inactivo mientras muchos jóvenes mueren en el frente. Es, sin embargo, declarado inútil para el combate y destinado en Berna para asistir a prisioneros de guerra, en su embajada. En su nuevo puesto, es responsable de la "Librería de los prisioneros de guerra alemanes". El 3 de noviembre de 1914, publica en la Neue Zürcher Zeitung el articulo O Freunde, nicht diese Töne, traducido literalmente como: ¡Oh, amigos, no con esos acentos! y llanamente, amigos, dejemos nuestras disputas, primer verso del Himno a la alegría, del poeta alemán Friedrich von Schiller en el que llama a los intelectuales alemanes a no caer en las polémicas nacionalistas. La reacción que produce la calificaría más tarde de momento crucial en su vida: por primera vez, se encuentra en medio de una violenta trifulca política, la prensa alemana lo ataca, el énfasis en sus postulados más pacifistas y una crítica a los sangrientos procederes bélicos le vale el calificativo de traidor por parte de muchos sectores de la sociedad germana, recibe anónimos amenazantes y cartas de amigos que no le respaldan.

Todo esto provoca graves tormentas espirituales en el sensible Hesse. Una enfermedad grave de su hijo más joven, la muerte de su padre en 1916, la Primera Guerra Mundial, una crisis matrimonial y la enfermedad psíquica de su esposa empujan a profundas depresiones al poeta, que ya entonces era popular. Su estado de salud está tan maltrecho que tiene que interrumpir su trabajo de atención a los prisioneros de guerra para someterse a una cura de baños, sin éxito, y después a tratamiento psicoanalítico en la clínica privada Sonnmatt de Lucerna. Celebra alrededor de setenta consultas con el Dr. Josef Bernhard Lang, un colaborador de C. G. Jung, en las que logra salir de su entumecimiento y superar hasta cierto punto la crisis.

Esto vuelve a abrir su creatividad: entre septiembre y octubre de 1917, Hesse redacta su novela Demian, fuertemente influenciada por el psicoanálisis junguiano y las experiencias de Hesse durante su juventud. En ella se ve claro que Hesse es el escritor que quiere guiar a la juventud en el difícil paso que va de la pubertad a la juventud. La pubertad y su época precedente es un tiempo claro. En el paso de la juventud se cambia de los chicos y chicas "claros", "limpios", a los muchachotes y "mozanconas". Según Hesse, los años de juventud son en sí peligrosos, pero "sanos". Publica la novela bajo el seudónimo de Emil Sinclair. La novela obtuvo el premio "Fontane". Sin embargo, un crítico descubrió que la obra tenía que haber sido escrita por Hesse. El asunto quedó tan patente, que Hesse lo aceptó.

El encuentro con el psicoanálisis, que le había ayudado a enfrentarse a los conflictos de sus años de juventud, se convierte en un importante punto de inflexión en la vida de Hesse. En 1919 rompe con la vida familiar y sedentaria y abandona Berna después de siete años para trasladarse él solo a Tessin. En ese momento Maria está bajo tratamiento hospitalario afectada por una grave crisis nerviosa y los niños son enviados a un internado o viven con amigos.

Acerca de la Primera Guerra Mundial, fragmento de Biografía sucinta (H. Hesse, 1925)

Entonces llegó aquel verano de 1914 y, de pronto, todo cambió en el interior y en el exterior. Se demostró que el bienestar del que gozábamos hasta entonces se había construido sobre un terreno inseguro, y entonces empezó a ir todo mal, empezó la gran educación. Había comenzado la llamada "gran época" y no puedo decir que me sorprendiera mejor equipado, más digno y mejor que a cualquier otro. Lo que entonces me diferenciaba de los demás era tan sólo que yo echaba de menos aquel gran consuelo que muchos otros tenían: el entusiasmo. Por eso volví de nuevo a mí mismo y al conflicto con el entorno, volví otra vez a la escuela de la vida, otra vez tuve que esforzarme por olvidar la insatisfacción conmigo mismo y con el mundo y sólo con esta vivencia pude superar el umbral de la iniciación a la vida.

(...)

No, yo no podía compartir la alegría por la gran época, y por eso sufrí lamentablemente bajo la guerra desde el principio, y durante años me revolví contra una desgracia que al parecer se había abatido desde fuera y porque sí, mientras que a mi alrededor todo el mundo aparentaba estar entusiasmado precisamente por esta desgracia. Y cuando leía los artículos de periódico de los poetas, donde descubrían la bendición de la guerra, y los llamamientos de los profesores y todas las poesías de guerra salidas de los despachos de poetas famosos, yo me sentía todavía peor.

Un buen día, en el año 1915, se me escapó públicamente el reconocimiento de esta miseria y una palabra de lamento por el hecho de que las llamadas personas intelectuales no supiesen hacer otra cosa más que predicar el odio, difundir mentiras y ensalzar la gran desgracia. La consecuencia de esta queja, expresada con bastante timidez, fue que en la prensa de mi patria fui declarado traidor, lo cual fue para mí una vivencia nueva, pues pese a los muchos contactos con la prensa no había conocido nunca la situación de verme escupido por la mayoría.

Lo lógico hubiera sido reírse de ese malentendido. Pero no lo conseguí. Esa vivencia, en sí misma tan poco importante, fue el germen del segundo gran cambio en mi vida.

Recordemos que el primer cambio se produjo en el instante en el que fui consciente de la decisión de convertirme en poeta. (...) Esto se repetía ahora, durante los años de la guerra. De nuevo me vi en un conflicto con un mundo en el que hasta entonces había vivido en paz. Otra vez fracasé en todo, de nuevo estaba solo y sufría, de nuevo todo lo que yo decía y pensaba era malentendido por los demás con hostilidad. Otra vez veía abrirse un abismo desesperanzador entre la realidad y lo que me parecía deseable, razonable y bueno.

Pero esta vez no pude eludir el examen de conciencia. (...) Creía que con las largas y difíciles luchas de mi juventud me había merecido mi puesto en el mundo y que por fin era poeta. Pero mientras tanto el éxito y el bienestar habían ejercido en mí la influencia habitual, me había vuelto satisfecho y cómodo y, si lo consideraba a fondo, el poeta apenas se podía diferenciar de un escritor de encargo. Me había ido demasiado bien. Los malos tragos, que siempre son una escuela buena y enérgica, abundaban ahora, y aprendí cada vez más a dejar que los asuntos del mundo llevasen su curso y pude ocuparme de mi propia participación en la confusión y la culpa del conjunto. Debo dejar al lector la tarea de descubrir esta ocupación a través de la lectura de mis escritos. Pero sigo teniendo la secreta esperanza de que, con el paso del tiempo, también mi pueblo realizará una comprobación similar, no como un todo, pero sí a través de muchos individuos despiertos y responsables, y en lugar de quejarse y maldecir por lo mala que es la guerra y lo malos que son los enemigos y lo mala que es la revolución, se plantará en muchos miles de corazones la pregunta: ¿fui yo también culpable? y ¿cómo puedo recuperar la inocencia? En cualquier momento se puede volver a ser inocente si se reconoce el propio sufrimiento y la propia culpa y los soporta hasta el final, en lugar de buscar la culpa en los demás.

(...)

Con el final de la guerra también se produjo la terminación de mi cambio y acabaron los sufrimientos de la prueba. Esos sufrimientos ya no tenían nada que ver con la guerra ni con el destino del mundo; ni la derrota de Alemania, que nosotros en el extranjero esperábamos con seguridad desde hacía dos años, tuvo en ese momento nada de terrible. Yo estaba completamente sumergido en mí mismo y en mi propio destino, pero a veces con la sensación de que se trataba del destino de todo ser humano. Encontraba dentro de mí mismo todas las guerras y toda el ansia de asesinar del mundo, toda su inconsciencia, todo su crudo afán por los placeres, toda su cobardía; tuve que perder primero la estima de mí mismo y después el desprecio de mí mismo, no tenía otra cosa que hacer más que lanzar un vistazo al caos de la Tierra con la esperanza a veces brillante, a veces redentora, de encontrar más allá del caos de nuevo la naturaleza, de nuevo la inocencia. Toda persona despierta y verdaderamente consciente pasa alguna vez o varias veces por este estrecho camino a través del desierto; pretender contárselo a los demás sería un esfuerzo vano.


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Montagnola

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Casa Camuzzi


Hermann Hesse abandona Berna en mayo de 1919 y se marcha al sur sin la familia. En la localidad de Montagnola, en Tessin, al norte del lago de Lugano, encuentra la pintoresca Casa Camuzzi, un palacete romántico, en el que alquila tres habitaciones. Probablemente en aquel momento ni siquiera sospecha que aquí ha encontrado una vivienda hasta el final de sus días. Con Montagnola comienza un profundo cambio en la vida de Hesse, que cuenta 42 años y que pasa por una profunda crisis personal y artística. Su primer matrimonio ha fracasado, en la Primera Guerra Mundial se ha fisurado su concepción del mundo y la inflación consume sus ahorros depositados en cuentas alemanas. Como escritor, Hesse también se enfrenta a una debacle. Esto cambia de pronto bajo el sol del sur.

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Hesse había usado la pintura a raíz de las sesiones de psicoanálisis, en las que el doctor le instaba a representar sus sueños gráficamente. Después de abandonar a su familia y trasladarse a Montagnola, comienza a usar el pincel para superar su crisis personal. En un sinfín de acuarelas de vivos colores reproduce el paisaje mediterráneo. Su afición por la pintura aparece en su gran relato siguiente, El último verano de Klingsor. La óptica psicológica la combina a su vez con el misticismo oriental, basándose en sus experiencias espirituales en India y su acercamiento a Buda, y en 1922 aparece Siddharta, obra en la que narra la búsqueda espiritual de un joven hindú. En 1924 se casa con Ruth Wenger, matrimonio que dura apenas unos meses, y al poco obtiene la nacionalidad suiza. Las principales obras que siguen, Le Curiste (El agüista) en 1925 y Viaje a Nüremberg en 1927, son relatos autobiográficos teñidos de ironía, en los que se anuncia su más célebre novela El lobo estepario (1927). Al cumplir 50 años aparece su primera biografía, publicada por su amigo Hugo Ball. Poco después, con el éxito de su novela, la vida del escritor da un cambio al iniciar una relación con Ninon Dolbin, que sería su tercera esposa. Publica Narciso y Goldmundo (1930), deja el apartamento de la Casa Camuzzi y se instala con Ninon en una casa más grande: la Casa Hesse, (también llamada Casa Rossa) en los altos de Montagnola, construida según sus deseos por sus amigos Hans C. Bodmer. y Zurich Elsy.
Hesse escribe aquí su obra de madurez, más tranquilo y con ideas más claras. En 1931 comienza el proyecto de su última gran obra, titulada El juego de los abalorios. Publica en 1932 un relato preparatorio, El Viaje a Oriente.

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Pintura de Hesse


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Últimos Años


Hesse observa con preocupación la toma de poder de los nazis en Alemania. Durante la época del nacionalsocialismo la Casa Hesse se convierte en punto de destino de perseguidos políticos, entre ellos Thomas Mann, Bertolt Brecht y Heinrich Wiegand. Hesse intenta a su manera oponerse a la evolución de Alemania: publica desde hace tiempo reseñas en la prensa alemana, y a partir de entonces se manifiesta más enérgicamente en favor de autores judíos o perseguidos por los nazis. Desgraciadamente, desde mediados de los años 30, ningún periódico alemán se arriesga a publicar artículos suyos.

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Su refugio espiritual contra las querellas políticas y más tarde contra las trágicas noticias de la Segunda Guerra Mundial es trabajar en su novela El juego de los abalorios impresa en 1943 en Suiza. En esta novela, según Luis Racionero, propone su ideal de cultura: Una sociedad que recoge y practica lo mejor de todas las culturas y las reúne en un juego de música y matemáticas que desarrolla las facultades humanas hasta niveles insospechados. En gran parte por esta obra tardía le es concedido en 1946 el premio Nobel de literatura. Después de la Segunda Guerra mundial, su actividad declina: escribe relatos y poemas, pero ninguna novela.

A Montagnola llegan ingentes cantidades de cartas de lectores: Hesse, que se ha convertido en la instancia moral para muchas personas, mantiene la correspondencia con gran aplicación y disciplina férrea. Se supone que contestó más de 35.000 cartas.

Hermann Hesse muere la noche del 9 de agosto de 1962 de una hemorragia cerebral, mientras duerme, podemos suponer que soñando, poco después de haber cumplido 85 años. Está enterrado en el cementerio de St. Abbondio.

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Hermann Hesse en Montagnola, sobre Lugano y alrededores


Novelas

-Peter Camenzind (1904)
-Bajo las ruedas (Unterm Rad) (1906)
-Gertrudis (Gertrud) (1910)
-Rossalde (Roßhalde) (1912–1913)
-Knulp (1915)
-Demian (1919)
-Siddharta (1922)
-El lobo estepario (Der Steppenwolf )(1927)
-Narciso y Goldmundo (Narziß und Goldmund) (1930)
-Viaje a Oriente (Die Morgenlandfahrt ) (1932)
-El juego de los abalorios (Das Glasperlenspiel)(1943)


Aforismos

-Lecturas para minutos (Lektüre für Minuten) selección de fragmentos de los libros y cartas de Hermann Hesse (1877-1962), publicada en alemán en 1971 y en castellano en 1975


Ensayos

-Obstinación. Recopilación de escritos autobiográficos (Alianza Editorial)
-Visión del caos (Blick ins Chaos) (1920)


Poemas

-Canciones Románticas (Romantische Lieder) (1898)
-A una hora de medianoche (Eine Stunde hinter Mitternacht) 1899
-Elisabeth (1900)
-Wie eine Welle (1901)
-Soirée (1902)
-Julikinder (1904)
-Im Nebel (1905)
-Bücher (1918)
-Vergänglichkeit (1919)
-Der Liebende (1921)
-Für Ninon (1927)
-Klage (1934)
-Stufen (1941)
-Die Gedichte (1942)


Relatos

-Amigos (Freunde) (1908)
-Viaje al interior (1922) recoge tres relatos: Klein y Wagner (Klein und Wagner) (1920), El último verano de Klingsor (1919) y Kinderseele (1920)


Poemas y pintura

-Las estaciones (1931), edición privada para bibliófilos, con diez poemas y acuarelas


Miscelanea

-Pequeñas alegrias: escritos póstumos: cuarenta artículos publicados de 1887 a 1962 en periódicos y revistas, así como escritos dispersos
-Escritos sobre literatura
-Circulo hermético: cartas
-Cuentos maravillosos
-Escrito en la arena
-Escritos políticos
-Inquitudes nocturnas
-Esbozos


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Curiosidades

Documento cinematográfico de Hesse
Documento de sonido con la voz de Hesse


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Fuentes de documentación


En la Web:

Wikipedia
Hermann Hesse, la modernidad de un autor de culto
Viaje Literario, Biografías
Portal de Hermann Hesse en castellano
Hermann Hesse: Buscando la perfección
Hermann Hesse y El juego de los abalorios
Enciclopedia Libre Universal en Español
Ficciones, Hermann Hesse
Autobiografía de Hermann Hesse



Fuentes físicas:

HESSE, Hermann. Obstinación: Escritos Autobiográficos. Unseld, Siegfried (epíl.); Dietrich, Anton (trad.); Macke, August (il.). Madrid: Alianza Editorial S. A., 2004. 250 p.

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ANÁLISIS DE OBRAS INDIVIDUALES


El Lobo Estepario

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Sinopsis:

Encrucijada de todas las obsesiones e intuiciones de Hermann Hesse (1877-1962) y exponente de su singular talento para el relato, El Lobo Estepario se inscribe dentro del empeño, patente a lo largo de toda su obra, por iluminar la zona oscura de la condición humana a fin de poner al descubierto su carga trágica y su incierto destino. Ser solitario e incomunicado, extraño y extrañado, Harry Haller, protagonista de esta emblemática novela, ha acabado convirtiéndose en un arquetipo literario en el que se reconocen quienes padecen los devastadores efectos deshumanizadores de una sociedad insolidaria y atomizada.


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El Lobo Estepario es, probablemente, la novela más conocida y representativa de Hermann Hesse. En ella podemos leer los manuscritos de su protagonista, Harry Haller, en los que expone su particular relación con el mundo y consigo mismo. Todo en la novela resulta extraño, incluso antes de comenzar a leer; esto se percibe ya echando un vistazo al listado de capítulos, que se plantean como sigue:


1. Introducción

En ella se nos describe al personaje principal, Harry Haller, desde un punto de vista externo, para lo cual Hesse usa como narrador un personaje casi completamente ajeno al protagonista. Este personaje es el sobrino de la mujer que alquila la casa a Harry durante un tiempo. Con esto encontró Hesse la excusa perfecta para hablar del aspecto y la impresión que Haller causa a su alrededor, sin tener que entrar por el momento dentro de su complicada psique.


2. Anotaciones de Harry Haller

Aquí ya leemos al propio Haller. Poco a poco nos introduce en su caótica pero detallada percepción de su alrededor, sus miedos, anhelos, dudas; todo son reflexiones. Esta parte no tarda en tornarse irreal y pesadillesca, y pronto llegamos al tercer capítulo donde Hesse vuelve a dar una vuelta de tuerca sorprendente.


3. Tractat del lobo estepario

De nuevo nos alejamos de la mente de Haller y ya no es a él a quien leemos. En su lugar, un pequeño folleto encontrado por Haller es lo que se nos ofrece. En él volvemos a tener una descripción de Haller desde un punto de vista externo, pero de forma muy diferente a la de la introducción. En el folleto está explicado el conflicto interno de Harry de manera omnisciente, como si una entidad divina estuviera haciendo un tratado sobre una de sus criaturas, de la que conoce absolutamente todo. Este folleto es leído por Harry a la vez que el lector. Por lo que cuando acaba, siguen inmediatamente las anotaciones de éste.


4. Siguen las anotaciones de Harry Haller

Después de leer el folleto, Haller continúa sus anotaciones. A partir de aquí ya no hay más capítulos, el resto del capítulo es el resto del libro, y constituye la mayor parte. Aquí empieza la chicha del asunto: después de ofrecernos tres visiones diferentes del personaje -una simple y ajena, desde el punto de vista del sobrino de la arrendadora; otra más compleja y propia, desde el punto de vista del propio Harry; y otra omnisciente y absoluta, desde el punto de vista de alguien anónimo que parece conocer a Harry mejor que él mismo- Hesse introduce ya por fin la historia dejando a Haller encargado de narrarla según sus experiencias. Por lo que hemos conocido ya de Haller, intuimos que será un avance lento y reflexivo, pero también sorprendente y revelador.

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Análisis personal

Prácticamente de todas las obras de Hermann Hesse se puede decir lo mismo. En todas las que he leído se encuentran preocupaciones análogas, mismos temores, objetivos similares. Pero quizá quedaron éstos más patentes en El Lobo Estepario, o al menos, fueron recordados con mejor suerte. El Lobo Estepario influyó en toda una generación, pero no parece que fuera en la de su época. Por lo que tengo entendido, no causó buena impresión en su lanzamiento; en un mundo orgulloso, aunque destrozado, que había repudiado todos los intentos de Hesse por poner un poco de conciencia y sentido común en el asunto, no cayó muy bien una obra que al fin y al cabo era un reflejo calcado, aunque ficticio, de todos esos intentos y un compendio de sus afiladas opiniones hacia la Gran Guerra. Por otra parte, quienes admiraban a Hesse por obras anteriores, acostumbrados a textos de "gran belleza espiritual" y de "poética hermosura", tampoco supieron encontrar en esta mucho de lo que admiraban en él, viéndose de repente sumergidos en una historia acerca de un tipo que se emborrachaba en las tabernas y fumaba opio, todo esto acompañado de profunda desesperación y tendencias suicidas. El lobo tuvo que esperar escondido en su cueva hasta la década de los sesenta para ser venerado como debía.

Y con esto se corrobora quizá uno de los tópicos que se asigna a toda la obra de Hesse. Miles de personas están (estamos) de acuerdo en que Hesse es el guía de la juventud por excelencia. Los conflictos de sus protagonistas son los conflictos de la adolescencia, la búsqueda de sus personajes es la búsqueda de la juventud. No es de extrañar que El Lobo Estepario tuviera tal acogida en los sesenta. Miles de jóvenes sintieron de repente la necesidad del cambio, fueron conscientes de la inutilidad de las viejas normas y creyeron que era posible la transformación. De todo ese sentimiento, de esa lucha (que también para muchos quiero creer que fue interna), hablaba ya un libro escrito cuarenta años atrás, y en él se vieron reconocidos como en un espejo de papel.

¿Qué es lo que hace especial al lobo estepario? ¿Por qué queda grabado a fuego en el espíritu de casi todo el que se acerca a él? Bueno, para esto supongo que cada uno tendrá su versión. Particularmente, mi acercamiento a él se produjo cuando tenía dieciséis años. En mi recuerdo, lo primero que me atrajo poderosamente fue el retrato del aislamiento tan detallado que se hacía. Aquel hombre, Harry Haller, resultaba extraño a los demás y éstos intuían levemente su sufrimiento, pero ni de lejos se acercaban a imaginar el verdadero dolor que Harry llevaba dentro, nadie era capaz de imaginar las dimensiones de su desgracia. Creo que este es uno de los puntos clave a la hora de analizar el impacto de la obra. Por norma general, y aunque no se suela decir, todos solemos sentirnos así cada uno a su manera. Sean fundados o no, todos alguna vez en la vida hemos tenido esos sentimientos de que sobre nosotros se ciernen las mayores desgracias y tragedias, y sobre todo, hemos sentido esa impotencia de creer saber que nadie está en condiciones de comprender hasta qué extremo sufrimos con ello. No pretendo originar un debate acerca de si es lícito sentirse así o si por el contrario es un comportamiento terriblemente infantil más cercano a una pataleta que a una verdadera tragedia, sólo intento poner de manifiesto que tal experiencia no nos es ajena a casi nadie. De lo contrario este libro no hubiera tenido repercusión alguna. Nos impacta y nos atrae porque nos sentimos identificados, y lo primero en lo que uno repara al leer la obra es el terrible aislamiento de Harry; ese sufrimiento que saca a relucir cuando nadie le ve, cuando está a solas consigo mismo, y en el que nos sentimos inmediatamente reconocidos.

Probablemente lo siguiente que nos impacta es el detalle de las sensaciones. Considero que si algo caracterizó a Hesse más que ninguna otra cosa fue su sinceridad consigo mismo y con su obra. Si algo hace grande y eterno a un texto (y creo que lo mismo se puede decir de cualquier otra manifestación artística) es la sinceridad de quien lo ha escrito, al margen de su estilo y sus conocimientos literarios. En El lobo estepario Hesse no se deja ni una: analiza todos sus sentimientos, todos sus miedos y obsesiones, y los plasma en el papel con una sinceridad que asusta, y que de forma irremediable nos atrapa precisamente porque podemos ver al ser humano en sus páginas. Porque, al fin y al cabo, en esencia todos tenemos los mismos miedos; y cuando uno tiene la valentía de encararse con ellos y la voluntad de mostrárselos a los demás sin camuflarlos con perfume entonces los demás no tenemos más remedio que reconocerlos como nuestros. Quizá por esto mucha gente no quiso leer la obra en su época. Quizá era demasiada evidencia en relación a la que eran capaces de soportar.

No estaría bien acabar el análisis sin mencionar la parte "positiva" de la obra. De todo lo dicho se puede deducir que hablamos de un libro que, si bien no nos va a hacer abrir la ventana y lanzarnos al vacío, sí está en condiciones de al menos darnos la idea. Esto no es del todo cierto. Harry es el ejemplo perfecto de la desgracia personificada -y por eso es tan fácil sentirnos reconocidos en él- pero Hesse tuvo la amabilidad de presentarnos, junto a una de las mejores descripciones del sufrimiento, también una de las mejores descripciones de la solución. Ésta es a menudo obviada u olvidada por quienes leen la obra, y en casi todos los análisis que de ésta se hacen se omite toda información al respecto. La causa de esto es probablemente que dicha solución al sufrimiento queda en cierta manera camuflada bajo la confusión del protagonista, pero está patente en gran parte de la novela, especialmente en el tramo final. Debe ser intuida más que leída, y no puedo entrar en análisis más profundos sin destripar contenido de la historia; me conformo con insuflar un poco de ánimo en aquellos que hubieran desistido de leerla temiendo encontrarse con un libro desesperanzador.

Con esto queda probablemente dicho, a grandes rasgos, todo. Al menos en lo individual, pues de una forma más amplia se puede considerar el libro como una feroz crítica a la guerra, al nacionalismo y a la despreocupación del hombre moderno. Se intuye también la problemática de aquel que queda atrapado entre dos épocas, sin saber situarse en ninguna; amando a las dos, odiando a las dos. En definitiva: un retrato con todo lujo de detalles de aquellos que se sienten "extraños y extrañados", como reza una de las sinopsis. Un libro clave para amenizar unas pocas horas durante el dificultoso viaje en el que intentamos comprendernos a nosotros mismos.
Impresionante. Un gran trabajo sobre Hess... me ha encantado leerlo porque no tenía ni idea de casi nada de su vida.
Sobre libros.... soy de esos que aún no ha tocado a Hess, aunque en mi lista se encuentra el lobo estepario, libro que tengo en casa y que, en algún momento, tendré que leer.
Un saludo y enhorabuena por el enorme trabajo.
Gracias [oki]

Pues espero que te guste cuando te pongas con él. Si "El lobo estepario" te resulta pesado cuando lo leas, échale un ojo a Siddharta o Demian, los dos mucho más accesibles. No es que haya que sacarse un master para leer El lobo estepario, pero sí que es cierto que puede resultar un tanto pesado como acercamiento a la narrativa de Hesse y hacer a alguien desistir de leer tanto el libro como cualquier otra obra del autor [tomaaa]. Eso sería terrible. Un saludo.
Yo he leído el lobo estepario y está bien, es un libro muy complejo con un final demasiado enrevesado y abierto. Hace muchísimas y constantes reflexiones sobre la vida y demás, pero está bien.
Menuda currada de hilo, enhorabuena. Leí el Lobo estepario hace mucho tiempo, pero a tirones ya que se me hacía un poco pesado ( lo debí leer como con 17-18 años), y creo que tengo por casa siddharta, a ver cuándo le toca.

Saludos
Zenkiu. He añadido fragmentos del propio Hesse hablando de las diferentes etapas de su vida y una sección donde destripar las diferentes obras por separado, al final de la biografía. Como era casi de esperar he comenzado por El lobo estepario. Si hubiera gente que le interesara hablar de alguna de las novelas en concreto trasladaría los análisis a hilos propios para tenerlos organizados y accesibles. Saludos!

Por cierto, ¿alguien sabe cómo puedo centrar las imágenes, justificar el texto y cosas así, si es que es posible? Gracias :)
No sé como irá ahora, pero has probado con [*center][*img]dirección de la imagen[*/img][*/center].
Quitando los asteriscos.

Edito: Acabo de probarlo y así funciona ;)
vadin escribió:No sé como irá ahora, pero has probado con [*center][*img]dirección de la imagen[*/img][*/center].
Quitando los asteriscos.

Edito: Acabo de probarlo y así funciona ;)


Fenomenal, muchismas gracias [oki] Ahora sí parece un señor hilo!
En verano me leí Siddharta, y qué decir... se ha convertido en uno de mis libros favoritos. Me hizo reflexionar, conmoverme y emocionarme más que todos los libros que antes había leído juntos.
Los próximos que tengo pensados leer de Hermann Hesse son Demian y El Lobo Estepario, cuando termine toda la pila de libros que tengo pendientes [+risas].
Bueno, pues me apunto a este hilo, papa noel me ha tradio "El lobo estepario", después de la insistencia de una amiga para que lo leyera, a ver que tal está, espero que me guste jeje.
Enhorabuena por el hilo, ya lo iré leyendo cuando esté menos vaguete.
Yo empecé con Demian y por ahora es el que más me ha gustado. Me gustan muchas de las reflexiones de Hesse, con ese toque íntimo y muchas veces casi místico. El de Demian lo encontré parecido a El guardián entre el centeno, por la edad del protagonista y por esa atmósfera un poco diferente al resto de libros.

¿Sabéis algún otro autor o libro parecido a los de Hesse?
En verano me leí Siddharta, y qué decir... se ha convertido en uno de mis libros favoritos. Me hizo reflexionar, conmoverme y emocionarme más que todos los libros que antes había leído juntos.
Los próximos que tengo pensados leer de Hermann Hesse son Demian y El Lobo Estepario, cuando termine toda la pila de libros que tengo pendientes [+risas].


;) Muy grande Siddharta, es genial como habla de conceptos tan "amplios" o "inescrutables" con tanta sencillez.

Bueno, pues me apunto a este hilo, papa noel me ha tradio "El lobo estepario", después de la insistencia de una amiga para que lo leyera, a ver que tal está, espero que me guste jeje.


Ese Papa Noel sabe lo que se hace, ya nos irás contando :p

Enhorabuena por el hilo, ya lo iré leyendo cuando esté menos vaguete.
Yo empecé con Demian y por ahora es el que más me ha gustado. Me gustan muchas de las reflexiones de Hesse, con ese toque íntimo y muchas veces casi místico. El de Demian lo encontré parecido a El guardián entre el centeno, por la edad del protagonista y por esa atmósfera un poco diferente al resto de libros.

¿Sabéis algún otro autor o libro parecido a los de Hesse?


El guardián entre el centeno lo he empezado unas tres veces y siempre me lo he dejado a medias por unas cosas o por otras, y no porque no me estuviera gustando... a ver si lo retomo algún día de estos. Autores similares a Hesse no sabría decir ninguno, la verdad... un profesor mío me recomendó La insoportable levedad del ser de Milan Kundera, sabiendo mi afición por Hesse, pero nunca le he conseguido pillar el tino...
Como dijo dreidur_ax enhorabuena, me ha gustado mucho tu aportación.
Leí Siddhartha en el instituto y recuerdo que era muy fácil del leer (para los que se inicien en Hesse).
El Lobo estepario es bastante pesado pero realmente merece la pena. Es de esos libros que al principio cuestan pero después te atrapan de alguna manera y te dejan sorprendidos al final.
Me habéis dejado con ganas de Demian, ya que El guardián entre el centeno me gustó mucho.
Muchas gracias
No se si darte las gracias o la enhorabuena por el hilo, asi que haré ambas. GRACIAS y ENHORABUENA por el trabajo y las ganas que has metido aquí.

Me ha hecho recordar que hace muchos años lei un libro de H. Hesse que aun tengo cogiendo polvo en las estanterias. Se llamaba bajo las ruedas. Me pilló en una etapa complicada de mi vida, y fue uno de esos libros que siempre se han mantenido en mi cabeza.

Pues aparte de todos estos recuerdos, me han entrado unas ganas tremendas de leer algo más de H. Hesse y quería pedir opinión de cual puede ser el más apropiado. He oido hablar del Lobo estepario y de Siddharta, pero como no me quiero condicionar a 'lo que se dice' ni a 'lo que se vende' prefiero que me lo pueda recomendar alguien de primera mano.

Un saludo.
Gracias por el primer post de hilo, es tremendo.

Muchísimas gracias.

Hesse un grande!

EDIT: Confieso que no pude con Siddharta. El rollo hindú me pudo xD. Eso sí, el lobo estepario es muy grande, y El juego de los abalorios, más.
Tenía en casa, desde hace mucho tiempo, "Demian" y "El lobo estepario". Pertenecen a mi padre, que me los ha recomendado en infinidad de ocasiones. Como he leído por algún sitio que E.L.E. puede llegar a resultar algo "espeso", he comenzado por "Demian".

Pues bien, llevo algo más de la mitad, y me está encantando, la verdad. Tengo la impresión, conforme lo voy leyendo, que cada frase del autor está escogida con sumo cuidado, que es inmensamente rica. Es muy fácil de leer, pero al mismo tiempo, como digo, cada idea que refleja parece tener ramificaciones mucho más profundas.

Me siento identificado con muchos aspectos dl personaje (aunque tengo 29 años, me refiero más bien a etapas pasadas..¿o quizás no tan pasadas?), y creo que cualquier ser humano ha sentido en algún momento de su vida cosas como las que Sinclair relata.

Si continúa así hasta el final de la novela, estoy sin duda alguna leyendo uno de los mejores libros de mi vida. Recomendado a tod@s, es una pequeña obra maestra.

Un saludo.
El año pasado me compré en la feria del libro por 2 euros cada uno (edición supercutre) Siddhartha, El Lobo Estepario y Demian, los dos primeros me los leí en pocas semanas, el primero es un clásico, obra de culto en Europa y de lectura obligada en Oriente, es un libro que relaja, que trata aprender a cultivar la vida interior, de aprender de los errores, muy recomendable. El Lobo Estepario es más denso, aunque a mi ese tipo de literatura tan "introvertida" con páginas enteras relatando los pensamientos del protagonista me mola bastante, eso si, es un poco rarito. Hay que leerlo con atención y despacio.

Demian no se donde cojones lo tengo, me apetece leermelo pero a saber donde estará :P
Siddharta me encantó, pero con Demian sentí algo muy especial, algo parecido a cuando leí Entre las ruedas...
Me gustaron bastante también El último verano de Klingsor y Narciso y Goldmundo. El lobo estepario creo que lo leí hace mucho, vaya que lo tengo olvidado y quizás lo vuelva a leer.
Ahora estoy con Rastro de un sueño y me está pareciendo bastante soporífero, la verdad. Aunque ultimamente no leo mucho, la verdad.
Felicidades por el hilo.
Yo he leido El lobo estepario, bajo las ruedas y sidartha.

El lobo estepario lo lei hace tiempo cuando estaba en 4 de la ESO, elegi este libro porque tenia que hacer un trabajo y solo me quedaban dos dias para leer el libro y era el mas delgado, supongo que el leerlo con prisas influyo en que no me convenciera. Lo poco que recuerdo del libro es que se me hizo pesado y que cuando lei el final pense que el autor se habia drogado...

Bajo las ruedas me encanto, guardo muy buen recuerdo y tengo claro que lo volvere a leer unas cuantas veces.

Sobre Siddhartha pues ni fu ni fa. No me encanto ni tampoco me desagrado, me parecio un libro normalillo que se lee muy rapido y facilmente ( nada que ver con el lobo estepario xD). Mi compi de piso me lo vendio muy bien y al empezar a leerlo me daba la sensacion que me iba a encantar pero se quedo en eso. Eso si el libro tiene frases que me gustaron bastante.
wannda escribió:Yo he leido El lobo estepario, bajo las ruedas y sidartha.

El lobo estepario lo lei hace tiempo cuando estaba en 4 de la ESO, elegi este libro porque tenia que hacer un trabajo y solo me quedaban dos dias para leer el libro y era el mas delgado, supongo que el leerlo con prisas influyo en que no me convenciera. Lo poco que recuerdo del libro es que se me hizo pesado y que cuando lei el final pense que el autor se habia drogado...

(...)

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[carcajad] [carcajad] [carcajad] qué gracia lo de escoger en el cole el libro más fino (eso lo hemos hecho todos!). Creo que en el caso de El lobo estepario te salió bastante mal la jugada!

Y ya me he leído Demian y me encantó. Gracias por las recomendaciones!!
Qué hilo más completo! Tenía una idea muy vaga de su vida, pero tú la explicas muy bien documentada, es una gozada leerse algo así. Sólo me he leído el lobo estepario,hace ya un tiempo, y me encantó. Cuando pueda, leeré otro, aunque no sé aún cuál, miraré por aquí a ver cuál de ellos me llama más la atención. Gracias por el hilo! [risita]
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