[Juego Relatos] Frase nº 3

"Su sangre todavía goteaba por los bordes de la mesa. Encendió un cigarro".

Ya sabéis, los comentarios los dejáis aquí: hilo_juego-relatos-a-partir-de-una-frase-ii_1309815

¡A escribir!
Su sangre todavía goteaba por los bordes de la mesa. Encendió un cigarro.
Cuántas bocanadas de humo más habría dibujado, cuántas veces más habría parpadeado, cuántas veces más se habría preguntado lo lejos que estaba el horizonte.
El ambiente, desenfocado, se vestía de luto absorbiéndolo toda aquella nube de pensamientos enmarañados que inundaban la habitación.
Ahí estaba, postrado en una silla frente a su propio horizonte, esperando lo inevitable, expeliendo el último abstracto de humo en el aire.
Al final, sólo era él; y con él, nada.
Su sangre todavía goteaba por los bordes de la mesa. Encendió un cigarro, se dejo llevar por el placer que le producía la mezcla del tabaco y la pólvora. Volvió a coger su pistola la puso sobre su sien, esta vez no queria fallar.

¡Disparó!, no volvió a respirar...
Su sangre todavía goteaba por los bordes de la mesa. Encendió un cigarro.

- Me parece perfecto que queráis aprovechar este curioso don que poseo. Ya sabéis, lo de la regeneración y todo ese rollo. Sí, sé que es genial y os encanta. Y sí, también opino que dota de más realismo a las películas y lo que Dios quiera que sea lo que hacéis. También sé que no soy el único y bla bla bla pero posiblemente sea el mejor,  - hizo una pausa y miró el cigarro con desgana - así que si a eso le sumamos lo anteriormente dicho de mi inaudita capacidad de regeneración - dijo lanzando el cigarro con una marcada muestra de desprecio y repugnancia - quiero que a partir de ahora no me paséis esa mierda - señaló con la barbilla valiéndose de un leve, y por alguna extraña razón temible y gélido, gesto de su cabeza-. A partir de ahora quiero hierba. Y no de la buena. Creo que ya me entendéis. Por mi parte - añadió - si vosotros cumplís, yo seguiré cumpliendo.

Se dio media vuelta y volvió a la posición de inicio.

-Has dicho corten, ¿no? - preguntó - Repitamos.
Su sangre todavía goteaba por los bordes de la mesa. Encendió un cigarro. Pensó detenidamente en lo que había hecho, ahora en paz. ¿Cuántos trabajos más como éste podría desempeñar en el futuro? sus manos recuperaban el pulso normal tras la tensión del forcejeo. De más joven no sentía nada de esto, hacía el trabajo por sucio que fuera, recogía la pasta y la quemaba en interminables juergas de alcohol, sexo y destrucción. Ahora cuando acababa los trabajos, empleaba el dinero en pagar escuelas, videojuegos, las revisiones del coche de Marta, trapitos y demás mariconadas. Ya no era joven, su frente había avanzado muchos centímetros y su pelo, ralo, era blanco como la nieve. Su mayéstatica figura, con su formidable y enorme cuerpo y su gran cabeza de ídolo seguían imponiendo respeto, pero en su cara y expresión era evidente que el tiempo había causado estragos. Miró el cadáver:¿quién era?¿qué había hecho?, antes no le importaban estas cosas, pero ahora no podía evitar preguntárselas. Quizás sería una joven que había visto u oído demasiado, o simplemente una que quiso salir del juego. Que era una de las putas de Quintín es evidente. Ahora no hablará más. Dios santo, hay fotos de niños pequeños por todas partes. Maldita vida, en qué me has convertido.
Suena el móvil. Descuelga:
-Sí, soy yo-, contesta.
Silencio.
-Está bien. 10.000 euros, dos fotografías y un crédito disponible para gastos. La mitad por adelantado.- Cuelga

Sonríe amargamente...



Saludos
Su sangre todavía goteaba por los bordes de la mesa. Encendió un cigarro. Exhaló lentamente mientras contemplaba su obra. Había costado, pero finalmente, con paciencia y recurriendo a su arte, había terminado sin ningún problema.

Ningún contratiempo que le afectara. Ninguna intrusión. Sólo el tiempo pasando lento mientras su cuchillo abría la carne. Sólo el sonido pegajoso del goteo de la sangre. El latido de su corazón agitado y del otro apagándose lentamente sobre la madera..

Aplastó la colilla contra el alféizar y cerró la ventana. Cogió de nuevo el cuchillo, cortó con diestra habilidad. Separó las partes introduciendo el filo entre nervios y tendones, sin romper los músculos, sin dejar perderse ni una sola gota de sangre. Era el mejor en eso. Lo sabía.

Lo sabía a pesar de ser consciente de que el tiempo no pasa en balde. Sentía los dedos doloridos de apretar con fuerza el mango del cuchillo. Sentía la espalda ya cansada después de tanto tiempo en posición encorvada. Secó el sudor con la manga. Suspiró: aún le faltaba la mitad del cuerpo. Con resignación, sacó fuerzas de flaqueza y continuó cortando y separando. No podía parar. Tenía que terminar. Cuánto tiempo le ocupara daba igual, debía cortar y seguir cortando.

Cuando terminó pasaba de la media noche. Casi doce horas sin apenas parar. A su edad... pero se sentía satisfecho. Su obra iba a ser agradecida, de eso estaba seguro. Como las otras veces, la comunidad le agradecería su labor. Tal vez no con palabras o gestos, pero en sus miradas él sentiría la aprobación, la admiración incluso...

Salió del almacén donde había estado encerrado mientras el sol paseaba de lado a lado del horizonte, caminó hacia casa, dejando atras su obra. Al día siguiente, llegaría la gloria secreta.

Imagen
:p
Su sangre todavía goteaba por los bordes de la mesa. Encendió un cigarro. Mientras la colilla se consumía, pensó en llamar a Diane, la que podría haber sido su promotora, para contarle la gran obra de arte que había creado aquella tarde, pero prefirió disfrutar de cada calada con la mirada fija en las gotitas de sangre que iban cayendo cada vez más lentamente y manchaban la alfombra. En su cara no se leía ningún sentimiento. Ni dolor, ni placer. Nada. Pero ella estaba feliz, por fin había logrado crear algo verdaderamente bueno, algo por lo que el mundo entero la recordaría. Saldría en los libros de Historia del arte como la precursora de un movimiento que marcaría un antes y un después. La imagen de su estudio daría la vuelta al mundo y por fin se demostraría que tenía el talento que le habían negado en cada portazo.

-Humo, sangre y oscuridad. Blanco, rojo y negro. Esperanza, pasión y agonía... Perfecto, es perfecto— susurró antes de dar su última calada y dejar de respirar.

Su cuerpo yacía desnudo ahora sobre su escritorio. Las luces apagadas, la colilla totalmente consumida, la sala iluminada por las luces de la calle y la sangre todavía fresca sobre la moqueta a modo de firma.
Su sangre todavía goteaba por los bordes de la mesa. Encendió un cigarro, el cigarro que se fuma cuando sabes que el trabajo está bien hecho. Si, ya nada le importaba, su misión en ese habitáculo había terminado. Cogió sus utensilios, los guardó tranquilamente en su mochila, y contempló la estampa. El cabrón que la había estado extorsionando yacía muerto en la silla. Susana nunca se había sentido tan viva, tan fuerte, tan llena de razón, pues sabía que esa muerte en realidad no había sido un crimen. De repente, las luces se apagan y la chica siente que todo se acaba. Un fuerte estallido, y su cuerpo se apaga. Sin duda alguna, había subestimado a su rival, y lo había pagado con su propia sangre, la que no goteaba por los bordes de la mesa.
"Su sangre todavía goteaba por los bordes de la mesa. Encendió un cigarro".
Esa maldita frase que en realidad eran dos, como bien apuntó Voz, se me atragantaba. No sabía qué hacer con ella. En un principio, y haciendo caso a su significado, me veía evocado en alguna historia de novela negra; mas intentando buscarle un contexto más original, mejor menos obvio, mi mente divagaba sobre vampirismo, menarquia de alguna adolescente con tabaquismo, un “club de lucha” de mesa y un largo etcétera de ideas, a cada cual más extravagante.
Como Hamlet, me encontraba acosado por fantasmas; debía escribir un gran relato. Mi delicado estado no me permitiría volver a soportar un fracaso literario, mi válvula pilórica podría cerrarse definitivamente, además los chicos del foro se merecían una buena historia pero todo lo que se me ocurría era absurdo. Una chica persiguiendo a un conejo hasta su oscura madriguera, un enano queriendo romper el anillo, un joven crucificado por su amor a una madalena. Aparte de absurdo, creo que comenzaba a pensar en cosas sucias y eso es la muerte de un genio,tal como el mío. Cuando empiezo a pensar en eso, no puedo para de pensar en eso.
Así que debía darme prisa en imaginar algo. ¿Quizás el método holliwodiense funcionara en este caso? Eso es, mezclaría dos conceptos en boga. La policía vampírica. Raperos zombis. Políticos corruptos (mierda, una redundancia). Corredores de fórmula uno adolescentes. Pedófilos solidarios. Maltratadores bailarines.

No. Ese no podía ser el camino. Es un foro de literatura, se les supone un mínimo gusto. Culturilla, y esas cosas.

Por fin lo vi claro, usaría el método que usan tantos novelistas modernos cuando no tienen nada que decir y la editorial les amenaza con incumplimiento de contrato si no presentan un nuevo libro para su venta.
¿Por qué no haceros partícipes de mi falta de imaginación relatándoos lo que se me pase por la cabeza?
8 respuestas